Los secretos que guarda la isla solo los desvelará el exilio.
El día comienza mal para Adela, joven neoyorquina de
ascendencia cubana, cuando recibe la llamada de su madre. Llevan enfadadas más
de un año, porque Adela no solo se ha trasladado a Miami, sino que vive con
Marcos, un joven habanero recién llegado a Estados Unidos que la ha seducido
por completo y al cual, por su origen, su madre rechaza. Marcos le cuenta a
Adela historias de su infancia en la isla, arropado por un grupo de amigos de
sus padres, llamado el Clan, y le muestra una foto de la última comida en que,
siendo él niño, estuvieron juntos veinticinco años atrás. Adela, que presentía
que el día se iba a torcer, descubre entre los rostros a alguien familiar. Y un
abismo se abre bajo sus pies.
Como polvo en el viento es
la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido a un destino de exilio y
dispersión, en Barcelona, en el extremo noroeste de Estados Unidos, en Madrid,
en Puerto Rico, en Buenos Aires... ¿Qué ha hecho la vida con ellos, que se
habían querido tanto? ¿Qué ha pasado con los que se fueron y con los que
decidieron quedarse? ¿Cómo les ha cambiado el tiempo? ¿Volverá a reunirlos el
magnetismo del sentimiento de pertenencia, la fuerza de los afectos? ¿O sus
vidas son ya polvo en el viento?
En el trauma de la diáspora y la desintegración de los
vínculos, esta novela es también un canto a la amistad, a los invisibles y
poderosos hilos del amor y las viejas lealtades. Una novela deslumbrante, un
retrato humano conmovedor, otra obra cumbre de Leonardo Padura.
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La poesía de Álvaro Valverde es una defensa contra el viento furioso de la existencia.
En las casas patricias sicilianas
había una habitación donde las familias nobles se guarecían mientras soplaba el
temible siroco, impetuoso viento del sudeste que atraviesa el Mediterráneo
procedente de los desiertos del norte de África. La stanza dello scirocco, en italiano, era un refugio que se puede
interpretar también como metáfora de la poesía. Y de la vida, que es lo mismo.
No en vano Leonardo Sciascia se preguntaba si ese cuarto no existía para
«defenderse del pensamiento de la muerte». Luis Landero dejó dicho que los
libros son «los mejores y más seguros escondrijos». La poesía puede servir de
defensa contra el viento furioso de la existencia. Estos poemas querrían servir
a sus lectores siquiera como precario cobijo ante la adversidad.
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“Este ensayo cuenta la historia de
la generación del baby boom, la primera en imaginar de forma colectiva su
propia muerte. Y para contarla bien se remonta en el tiempo: la imagen del
anciano que nos ha llegado, procedente de Platón y filtrada por el barroco, es
la que va asociada a las ideas de sabiduría y poder. Una estampa -que las
élites occidentales utilizan para instalar su gerontocracia- que solo ha podido
desplazar la sociedad de consumo, reemplazándola por la de la juventud como
motor de cambio social.”
En Las horas bajas, de la mano de Los vengadores, Samuel Beckett, Miguel Ríos, Michael Ende, David Bowie, The Walking Dead, Thomas Mann o Mark Fisher, el autor nos lleva a conocer a la generación que identificó el curso del tiempo con el de su propio desarrollo; la generación que confundió su apartamiento de los ámbitos de decisión con la pérdida de legitimidad de las instancias de decisión que controlaba; la generación que entendió su final, como el final de los tiempos.
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